Goldorak era un embustero. Había apostado 3 piezas de oro a que sería aceptado en la Asociación de Magos Sin Fronteras... y ganó la apuesta tras falsificar su currículo. El problema era que engañar a la academia estaba penado con la muerte. ¿Hasta cuando podría seguir la farsa? Se le había asignado una misión: ir a Gurg para matar un gran orco...
... casi nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano. Él que se las prometía tan felices con despertar la admiración del populacho con sus trucos de trilero y creía que, como mucho, le pedirían algún ritual para favorecer las cosechas o mejorar la cerveza... sí, sí, en menudo lío se había metido ahora...
Si se enfrentaba al orco, moriría, si admitía su fraude, moriría... sus tripas se estaban licuando por momentos. Miró el retrato de su difunta sabia abuela, que tan buenos consejos (y cachetes) le había dado, imaginándose el sermón que le soltaría si estuviera allí...
... en mal momento había decidido engañar a los magos..., y lo peor de todo era que se trataba de magos "sin fronteras"..., lo encontrarían allá donde estuviese. De camino a Gurg apareció ante él uno de los magos; corrijo, el más poderoso de los magos: Tanth. Pensó que lo habían descubierto, pero Tanth exclamó: —Sé que piensas que nos has engañado, pero no conoces tus poderes. Yo te ayudaré a sacarlos...
Lo que le faltaba, ahora se tropezaba con el más grande de los magos convertido en el más grande de los locos... pues estaba apañado, ¡poderes él! Si el único que tenía era el de salir corriendo más rápido que sus perseguidores cuando le pillaban en un chandrío... Se preguntó si salir corriendo le serviría de algo ahora y, como no se le ocurría ninguna alternativa mejor, probó suerte y echó a correr como alma que lleva el diablo...
Pero por mucho que corría, no avanzaba. El viento no le soplaba en la cara y los árboles que lo rodeaban eran siempre los mismos. Se giró y allí seguía Tanth, impasible. No se podía huir de un gran mago tan fácilmente. Este aflojó el hechizo y sus piernas avanzaron por fin, pero su cuerpo se quedó atrás y cayó de espaldas. —Eres un estúpido, pero te necesitamos. Te lo explicaré camino a Gurg.
Goldorak se rindió, al menos en apariencia. Su mente, fullera, ya estaba buscando otra forma de eludir al mago, pero era lo suficientemente listo como para saber que ese no era el momento de escapar. Además, algo de lo que había dicho el Tanth, le había sonado bien; "... te necesitamos...". Si eso era cierto, quizá pudiera sacar tajada de esa aventura, a fin de cuentas. Y si el mago estaba por ayudarle, quién sabe, a lo mejor hasta tenía posiblidade de éxito. Todo el mundo sabe que los magos poseen no sólamente sabiduría, si no también poderosos sortilegios y artefactos mágicos. De modo que se preparó para prestar atención a las palabras del mago, a ver qué podía sacar en limpio de todas ellas.
Tanth le explicó que necesitaban robar el Talismán Ambarino, en posesión de los Magos Oscuros. Para ello se tenía que hacer pasar por uno de ellos y sólo puede convertirse en mago oscuro alguien con los poderes mágicos en estado virgen. El futuro de la humanidad estaba en juego y debía desarrollar la magia oscura. Mientras tanto llegaron a Gurg y Tanth decapitó al gran orco con un gesto de la mano. Un problema menos...
No obstante Tanth había cometido un error al mostrar su poder y su odio a los orcos. Inmediatamente los campesinos enmudecieron y comenzaron a observarles con ojos llenos de negrura. La noche cayó repentinamente y los lobos aullaron a lo lejos, una atmósfera tenebrosa y fría les rodeó mientras la niebla de Luz penetró en sus corazones. La muerte les acechaba y no podían hacer nada.
Un misterioso búho despertó a Tanth y a Goldorak con su canto. El mago se puso alerta ante la sorpresa de Goldorak, que no advertía peligro alguno. De repente, un grupo de orcos apareció de la nada, comandados por un mago oscuro. —Es tu oportunidad— susurró Tanth a Goldorak mientras lo esposaba. A continuación el mago se esfumó.
Sólo, esposado, sin posibilidad de huir, porque los orcos ya le habían visto y el mago oscuro le estaba señalando con su bastón, Goldorak pasó del deconcierto al miedo, del miedo al pánico, del pánico al terror y de ahí a dejarse llevar por el instinto de superviviencia. "¡Socorro! ¡Ayudadme!"- les gritó a pleno pulmón, sin pensar en lo que decía- "¡Me quieren matar porque dicen que soy brujo! ¡Yo sólo quiero aprender!"
—¡¡¡¡Alto!!!!— Gritó el mago oscuro a los orcos cuando estos se disponían a apresarlo. Todos le obedecieron. El mago avanzó entre los malolientes engendros con porte señorial. Sus oscuros ropajes contrastaban con su blanco rostro, que denotaba astucia. —¿Así que también te han rechazado en la AMSF? Demuestra lo que vales y tal vez te aceptemos en la academia oscura. Sorpréndeme.
El mago oscuro le miraba con una mezcla de pura maldad y diversión. Si no apoyaba sus palabras con algo más que su cháchara habitual, acabaría convertido en cenizas. Estaba claro que tampoco Tanth acudiría a su rescate, lo había dejado ahí, abandonado a su suerte, para él sólo era carnaza, si lograba salir vivo intentaría utilizarlo otra vez, pero si el mago oscuro lo mataba no iba a llorar por él. El terror y la ira empezaron a formar una mezcla explosiva en su interior. Ël sólo quería liberarse de esas esposas y largarse de allí, irse y dejar todo atrás, la AMSF, la magia oscura, todo, pero primero debía liberarse de esas esposas. Las contempló en sus muñecas, las maldijo y deseó de todo corazón que volaran en pedazos liberándolo, puso en ello toda esa mezcla de miedo, pánico y determinación por liberarse y... y funcionó. No supo cómo, no supo qué demonios había hecho, no supo cómo pasó, pero durante un instante, las esposas brillaron con una extraña luz incandescente malsana y, al segundo siguiente, volaron por los aires, haciéndose añicos diminutos.
Su cara de sorpresa coincidió con la del mago oscuro, que dió un paso atrás y adoptó una posición defensiva. Goldorak apuntó con el dedo al grupo de orcos, simulando un ataque mágico. Todos huyeron despavoridos. El mago oscuro dijo, por fin: —Tienes el don de la magia. Acompáñame y te llevaré a la Academia de Magia Oscura. Si no haces tonterías seré tu valedor. Por cierto, mi nombre es Tundrock. Tal vez te suene...
A Goldorak, en aquel momento, sólo le sonaban los dientes, que el castañeaban de los nervios que había pasado, le dio las gracias por acogerle como valedor, pero temeroso de que el mago oscuro se ofendiera si le decía que no conocía su nombre, le dijo que él provenía de una aldea perdida alejada del mundo y cargada de ignorancia, que sólo cuando salió de ella buscando su destino comenzó a oir los nombres de los grandes magos, como el suyo, pero que aún no conocía sus hazañas, aunque nada le gustaría más que escucharlas de camino a la Academia de Magia Oscura. Tundrock, quien gustaba de pavonearse ante los demás, se sintió complacido, se hichó como un pavo y se dispuso a contarle algunas de sus historias.
Tundrock le explicó que desde muy joven descubrió la magia y se dedicó a robar. Intentó formar parte de la AMSF pero lo rechazaron porque en la prueba de ingreso utilizó la magia oscura. Así que estudió, se esforzó para enfrentarse a la AMSF. Se convirtió en el mago más poderoso de Arendyl, pero estaba sólo, así que creó la AMO y la Hermandad de los Magos Oscuros. Con el Talismán Ambarino todo será más fácil.