De nuevo, se encontraba en el bosque sin saber por qué. No era muy normal que un simple trabajador del mármol se sientiera tan atraído hacia aquella masa de árboles, piedras y animalejos salvajes. A él siempre le gustó el mármol; admiraba la fortaleza y la dureza de la roca, le gustaba contemplar su brillo cada vez que localizaba una nueva veta. Su fuerza, su pureza... Además, él no conocía otra cosa. Realizaba el trabajo que su familia había llevado adelante generación tras generación, vida tras vida. Jamás había salido de su pueblo, jamás había pensado en otra ocupación... Ni tampoco lo había deseado jamás.
Y sin embargo, soñaba con aquellos parajes todas las noches. Valles, montañas, bosques, lagos,... Soñaba con grandes espacios abiertos, con horizontes lejanos, con ardillas y mariposas y otros seres que ni siquiera sabía si existían de verdad. Y, cada vez más, se encontraba soñando despierto con ellos. Y cada vez más, después del trabajo, se encontraba con que sus pies le habían llevado a los paisajes agrestes de alrededor del pueblo, en vez de a la taberna donde acostumbraba a compartir el hidromiel con sus vecinos y amigos de toda la vida.
Se dio cuenta de que se sentía más vivo que de costumbre. Respiró con fuerza y saboreó olores que no había notado antes, el lugar era el mismo de siempre pero aquel día parecía tener más color, más fuerza, más presencia. Miró los árboles y se dio cuenta por primera vez de que cada uno era diferente. Le pareció que le sonreían. Era como si pudiera sentir como su alma vibraba, como si algo dentro de su pecho se hiciera más grande y también un curioso calor y hormigueo entre sus cejas.
Vagó por aquellos lugares, sorprendido con todas aquellas nuevas sensaciones y, entonces, notó una sensación más: tenía sed. Se había alejado bastante del pueblo, no tanto como para encontrarse perdido pero sí lo bastante como para no saber dónde estaría el rio más cercano. Tampoco le importó. Aguzó el oído, olfateó el aire con cuidado y ladeó un poco la cabeza al lado derecho. Él siempre había creído que eso le ayudaba a oir mejor. No tardó en sentir que cerca, por la vereda de la derecha había un arroyo. Caminó un poco, con paso ligero y pronto lo encontró. Bebió hasta estar satisfecho y pensó en tumbarse un rato sobre aquella roca que tenía la curiosa forma de un sofá pero entonces escuchó un nuevo sonido. Nunca había oído algo igual.
Un poco más allá, detrás de una curiosa formación de sauces que, por alguna razón, habían crecido en círculo, vio a una criatura misteriosa que cantaba como en susurros una extraña melodía. Notó como su corazón palpitaba y se dio cuenta de que no podía dejar de mirarla. Vestía ropas, así que debía ser algún tipo de criatura inteligente. Sin embargo eran unas ropas extrañas que le daban un aspecto estrafalario. Tenía brazos y piernas como los de él aunque algo más redondeados y su piel era de un extraño color rosado. Sus orejas eran muy pequeñas, apenas podía distinguirlas entre su largo pelo de color rojizo. Sus ojos, de un extraño tono verde, brillaban pero su mirada se perdía en el infinito. Cantaba abrazada lo que parecía un enorme huevo de color dorado.
De repente, terminó su melodía y empezó a sollozar suavemente. Él quiso acercarse y consolarla de algún modo pero cuando se movió hizo crujir una rama. Ella se levantó rápidamente, se irguió y le miró de frente con gran dignidad. Sus ojos centelleaban con un punto salvaje, su cuerpo estaba tenso, abrazaba aun el huevo con suavidad pero con gran firmeza. Parecía a punto de atacar. Él, dentro de su fascinación, sintió miedo pero, aun así, deseó que ese momento no acabara jamás. Habría pasado toda su vida mirando aquellos ojos. Sin embargo, el momento duró apenas unos segundos. Ella se dio la vuelta y rápidamente desapareció entre la maleza. Era sorprendente la agilidad con la que se movía.
Él volvió a su pueblo. Se sentía feliz por haber vivido toda aquella experiencia. Notaba su corazón cálido aunque algo triste. Entonces fue consciente de lo que deseaba, de lo que había deseado siempre en el fondo de su ser: sería un elfo explorador.
Y no pararía hasta volver a encontrarla.