En los confines de Elvenar, donde el Bosque Esmeralda se encuentra con los picos plateados de las montañas, se alzaba el
Manzano del Tiempo,
un árbol ancestral cuya existencia se decía que estaba entretejida con la vida misma del reino. Sus raíces se hundían tan profundamente que tocaban el corazón de la tierra, y sus ramas alcanzaban el cielo, susurrando secretos al viento.
Se cuenta que el árbol fue plantado por los primeros guardianes de Elvenar, un consejo de elfos y humanos unidos por una alianza sagrada. El manzano no era un árbol común: sus frutos dorados poseían un poder extraordinario y parecían brillar con luz propia. Si alguien probaba uno de ellos, podía vislumbrar su propio futuro o el de su linaje, aunque a un precio desconocido.
Sin embargo, este regalo divino no estaba destinado a ser usado a la ligera. Solo los más sabios y puros podían acercarse al árbol, pues el Manzano tenía voluntad propia y castigaba a los ambiciosos con visiones terribles.
Un día, un extraño eclipse oscureció los cielos de Elvenar. En el corazón del reino, los habitantes comenzaron a escuchar rumores de una sombra que crecía en las provincias lejanas. Era Vorthak, un mago desterrado que buscaba el poder del Manzano para torcer el destino de Elvenar y convertirlo en su dominio eterno. Vorthak convocó a un ejército de bestias de las sombras y se dirigió al bosque. Los guardianes del árbol, un pequeño grupo de elfos y humanos, sabían que no podían enfrentarlo solos. Fue entonces cuando el árbol tomó la iniciativa: de sus ramas brotó una flor dorada que cayó al suelo y se convirtió en una figura luminosa. Era Eira, un espíritu nacido del árbol, cuyo propósito era protegerlo a toda costa.
Entre los guardianes estaba Kaelion, un joven elfo aprendiz de magia, que había dedicado su vida a estudiar el árbol. Eira le encomendó una misión: encontrar las reliquias perdidas de los fundadores, objetos mágicos que podrían despertar el verdadero poder del Manzano y repeler la oscuridad. Kaelion, junto con un humano herrero llamado Dorian y una dríade del bosque llamada Lyssara, emprendió un viaje épico por las provincias de Elvenar. En su camino enfrentaron desafíos: desde acertijos en antiguas ruinas hasta batallas contra las criaturas de Vorthak.
Cuando Vorthak finalmente llegó al Manzano, Kaelion y sus aliados también regresaron, llevando las reliquias. Sin embargo, el mago ya había comenzado un oscuro ritual que envolvía el árbol en una niebla negra. Para detenerlo, Eira ofreció su esencia al Manzano, fortaleciendo sus raíces y ramas. Kaelion, usando su conexión mágica con el árbol, completó el ritual con las reliquias, despertando un poder ancestral. El Manzano cobró vida, extendiendo sus raíces y ramas como guerreros que destruyeron a Vorthak y a su ejército. Sin embargo, el esfuerzo debilitó al árbol, y sus frutos dorados se marchitaron.
Kaelion no podía permitir que la última fuente de su poder sagrado se desvaneciera. Junto a Dorian y Lyssara, decidieron buscar una manera de sanar al Manzano y restaurar sus frutos dorados.
Eira, el espíritu que había ofrecido su esencia para salvar el árbol, no desapareció por completo. Su esencia quedó impregnada en una de las ramas superiores. Durante una noche de luna llena, Kaelion escuchó una voz en sus sueños:
"Kaelion, el Manzano no está muerto. Su poder vive en sus raíces, pero el equilibrio ha sido roto. Para restaurarlo, debes encontrar las Semillas del Renacimiento."
Estas semillas eran leyenda incluso para los elfos más antiguos. Se decía que estaban escondidas en las entrañas de la Caverna de los Ecos, un lugar donde el tiempo fluía de manera extraña y los ecos de los antiguos fundadores aún resonaban.
Kaelion, Dorian y Lyssara partieron nuevamente, esta vez hacia las montañas del este, donde se encontraba la caverna. En su camino, encontraron aliados inesperados: un grupo de centauros que protegían los pasos montañosos y un sabio enano llamado Tharim, quien conocía los secretos de las semillas.
La caverna estaba llena de trampas y desafíos mágicos. Los ecos de voces antiguas probaban la voluntad de cada viajero, mostrándoles visiones de sus mayores miedos y deseos. Solo al superar estas pruebas lograron llegar al centro de la caverna, donde encontraron un pequeño altar de piedra con tres semillas doradas, brillando como estrellas.
De regreso en el bosque, Kaelion plantó las semillas bajo el Manzano. Según las instrucciones de Tharim, necesitaban alimentar la tierra con tres elementos:
Agua de los cielos: obtenida al capturar el primer rocío de la primavera.
Llama del corazón: una chispa creada por el sacrificio de algo valioso.
Viento del alma: un canto colectivo de todos los habitantes de Elvenar, simbolizando su unión.
Cuando los elementos se unieron, una luz dorada envolvió el árbol. Sus hojas comenzaron a brillar y nuevos frutos dorados crecieron en sus ramas. Estos frutos eran diferentes de los anteriores: no solo mostraban visiones del futuro, sino que también ofrecían fuerza, esperanza y claridad a quienes los comieran.
Eira, revitalizada por el ritual, regresó como el espíritu protector del árbol, aunque más fuerte y tangible. Se convirtió en la voz del Manzano, guiando a los habitantes de Elvenar en tiempos de necesidad. Kaelion, ahora conocido como el Sabio del Tiempo, juró proteger el árbol para que nunca más cayera en manos de la oscuridad.
El Manzano del Tiempo no solo sobrevivió, sino que se convirtió en un faro de esperanza para todo Elvenar. Sus frutos dorados no eran tomados a la ligera, pero en tiempos de gran necesidad, el consejo de Elvenar, compuesto por líderes de las razas del reino, permitía que algunos habitantes los consumieran para encontrar soluciones a los problemas del reino. El consejo tenía la responsabilidad de decidir quién podía recibir los frutos. Cada solicitud era examinada, y Eira y Kaelion siempre tenían la última palabra. Los frutos se entregaban en ceremonias solemnes, y tanto Eira como Kaelion se aseguraban de que cada decisión beneficiara a todo el reino, no solo a unos pocos.
Aunque los frutos eran un regalo del Manzano, Eira advertía constantemente sobre los riesgos de su poder. Si alguien intentaba tomar un fruto sin permiso, el árbol podía castigar al intruso con visiones aterradoras de futuros posibles, sumiéndolo en una espiral de dudas y arrepentimientos.
Los nuevos frutos del Manzano del Tiempo no solo mostraban fragmentos del futuro. Cada uno poseía un poder único, y su efecto variaba según el corazón de quien lo consumiera:
- Fruto de la Claridad: Permitía a quien lo comiera ver el verdadero propósito de sus acciones. Muchos líderes del reino lo buscaban para tomar decisiones importantes en tiempos de crisis.
- Fruto de la Esperanza: Restauraba la voluntad y la fe de aquellos que se sentían perdidos. Era entregado principalmente a guerreros heridos o artesanos desmoralizados, ayudándolos a encontrar nuevamente su camino.
- Fruto del Poder: Aumentaba temporalmente la fuerza o la magia de quien lo consumiera. Se usaba con extremo cuidado, pues se decía que podía ser peligroso para aquellos con ambiciones egoístas.
Cada luna llena, se celebraba una ceremonia solemne para entregar los frutos del Manzano. Se dieron cuenta de que, compartiendo entre todos, con entendimiento y cooperación podían superar cualquier desafío. Y qué mejor manera de compartir que festejando y comiendo esa maravillosa tarta de frutos del Manzano del Tiempo.
Esta tarta mágica se inspira en los legendarios frutos dorados del Manzano del Tiempo. Es un postre celestial, ideal para celebrar la unión y esperanza en el reino de Elvenar. Esta tarta se sirve mejor bajo un cielo estrellado, simbolizando la conexión con el Manzano del Tiempo. Al primer bocado, siente cómo la unión de sabores te envuelve con esperanza y claridad. Los frutos dorados del Manzano del Tiempo poseen un poder mágico único, y al integrarlos en una tarta, esta adquiere propiedades místicas que trascienden el mundo culinario.
1. Claridad Mental
Quienes prueban la tarta sienten cómo su mente se despeja de dudas y preocupaciones. Las decisiones importantes parecen más fáciles de tomar, y los pensamientos fluyen con una claridad inigualable. Ideal para líderes, estrategas y aquellos enfrentando dilemas.
2. Renovación de Energía
La tarta no solo satisface el hambre, sino que revitaliza el cuerpo y el espíritu. Es perfecta para guerreros y artesanos que necesitan fuerzas renovadas para continuar con su trabajo.
3. Visión del Futuro
En raras ocasiones, los comensales que prueban esta tarta pueden experimentar breves destellos de posibles futuros. Estas visiones son confusas pero alentadoras, mostrándoles un camino que podría llevarlos al éxito o la paz interior.
4. Unión de Corazones
Compartir esta tarta con otros refuerza los lazos entre quienes la disfrutan juntos. La magia de los frutos fomenta la empatía y la comprensión mutua, haciendo que los conflictos sean más fáciles de resolver.
5. Protección Espiritual
Quienes consumen la tarta adquieren una especie de escudo espiritual temporal. Este los protege de energías negativas, ya sea en forma de magia oscura, malos pensamientos o influencias externas que podrían desbalancear su alma.
Efectos Secundarios y Advertencias
- Uso excesivo: Consumir grandes cantidades de la tarta puede sobrecargar al comensal con demasiada energía mágica, causando agotamiento temporal o sueños inquietos.
- Deseos egoístas: Si alguien con intenciones egoístas o maliciosas come la tarta, esta puede responder con visiones perturbadoras o incluso un efecto de confusión.
- Compatibilidad: No todas las razas de Elvenar reaccionan igual. Por ejemplo, los enanos experimentan un incremento en su creatividad, mientras que los elfos sienten una conexión más profunda con la naturaleza.
¿OS ATREVÉIS A PROBARLA?
Estimado/a visitante, 
